Juan Carlos Toscano
El desarrollo acelerado de la sociedad de la información
está suponiendo retos, impensables hace unos años, para la educación y el
aprendizaje. Tal vez lo más relevante sea que nos encontramos con una nueva
generación de aprendices que no han tenido que acceder a las nuevas
tecnologías, sino que han nacido con ellas y que se enfrentan al conocimiento
desde postulados diferentes a los del pasado. Ello supone un desafío enorme
para los profesores, la mayoría de ellos inmigrantes digitales, para las
escuelas, para los responsables educativos y para los gestores de las políticas
públicas relacionadas con la innovación, la tecnología, la ciencia y la
educación.
De manera que, la
incorporación de las TIC a la educación exige pensar previamente cuáles son los
objetivos y los retos de la educación y determinar posteriormente de qué manera
y en qué condiciones la presencia de las TIC en las escuelas contribuye a ellos.
Lo primero y más importante es determinar el sentido de las TIC en la educación
y cuál es el modelo pedagógico con el que se puede contribuir de forma más
directa a mejorar la calidad y la equidad educativa. Por ello es imprescindible
establecer la relación de las TIC con el desarrollo en los alumnos de su
capacidad para aprender a aprender, para buscar información de forma selectiva,
para tener una posición crítica ante la información disponible en la red, para
fomentar los encuentros personales entre los iguales y no solo los virtuales,
para ayudar a comprender la realidad multicultural iberoamericana y para
fomentar los valores de tolerancia, respeto, solidaridad y justicia.
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